
En 1961, a la edad de 12 años, debido al estado de salud de su padre, su familia decide mudarse a Tambo, Coclé en la comunidad de Ojo de Agua. Luego su hermano Pedro compra un acordeón de dos hileras a Elías Fernández, con quien Chelo aprende las primeras nociones del acordeón. Ese año fallece su padre, y a pesar de la tristeza que lo embarga se motiva a trabajar con más ahínco para apoyar el sostenimiento de la familia.
En 1963 su madre le compra un acordeón de
tres hileras por 70 dólares. El joven Chelo crecía con el sueño de emular a
artistas de la talla de Dorindo Cárdenas, José Vergara, Fito Espino, Papi Brandao y Ceferino Nieto
quienes llenaban las salas de baile en aquella época. Después Amable Córdoba,
hijo del desaparecido Gelo Córdoba, quien también vivía en Tambo participa en
su formación sobre el uso y ejecución del acordeón. No obstante, Chelo recuerda
que por su timidez mayormente se dedico a aprender solo ya que “le daba pena
estar preguntando”. En 1964 fallece su madre víctima de cáncer, quedando Chelo en
la orfandad a cargo de su hermana Margarita.
En 1967 ya con 18 años de edad, se muda a
Cañita de Chepo con su hermana Edilma, donde ayuda a trabajar la tierra para
ganarse el sustento y en sus ratos libres aprovecha para seguir mejorando su
ejecución en el Acordeón. Al escuchar sobre su talento musical, los hermanos De
León, residentes en el área, hablan con Chelo para que les amenice una fiesta en
el sector de Churugandí. Este baile se convierte en el inicio de su vida
profesional, por el cual recibió como pago diez balboas, lo acompañan en este
evento “Cholo” Vargas en el tambor y su hermano Misael en la Churuca.
En 1970, se muda a Panamá e inicia labores en
una abarrotería propiedad de Euclides Velásquez ubicada en Panamá Viejo, sector
de puente del Rey; posteriormente trabajo en algunos proyectos de construcción,
lo que lo ayudo a forjar el carácter y la disciplina de hombre de bien venido
de la cima del Canajagua. Durante aquel periodo Chelo práctica con su acordeón
y asiste a los bailes típicos con el fin de aprender otros estilos, es así que
en el club 24 ubicado en Calidonia, conoce a Victorio Vergara a quien Chelo le
profeso una gran amistad.
En 1973, Chelo funda el conjunto “Ritmos del
Canajagua” en honor a su lugar de nacimiento, siendo su cantante Etelvina
Quintero.
En 1975 su primo Elías García decide abrir
una sala de baile en Cabobre (actual jardín Oasis) y lo contrata para que toque en la
inauguración. Ya en el baile, Elías le pide a Rosa Elvira Salazar que cantara
una pieza con Chelo, sin saber que esto sería el comienzo de una relación más
que laboral, pues hasta el día de hoy “La Golondrina Invencible” es la
compañera sentimental de este gran acordeonista. Es así que en 1976 Rosa Elvira
Salazar, quien canto junto a Alfredo Escudero, Victorio Vergara, Dorindo Cárdenas
y Osvaldo Ayala, ingresa al conjunto Ritmo del Canajagua.
La fama de Chelo Mitre y su Ritmo del
Canajagua se fue acrecentando y las empresas de espectáculos más reconocidas de
la época como: ORCA (Ordoñez-Cárdenas), Espectáculos Unidos y DECATO (Decerega-Carrizo-Nieto)
lo buscan para abrir los bailes, en los conocidos “Saraos”, a grandes artistas
tales como Ceferino Nieto, Osvaldo Ayala, Dorindo Cárdenas, Teresin Jaén y
Victorio Vergara. Con este último toco mano
a mano desde 1982 a 1985 en el toldo “Los Campeones” durante las fiestas del carnaval
de Panamá. Es a Victorio y a Juan Castillo a quienes Chelo les atribuye el
haber tenido la oportunidad de tocar por primera vez en la ciudad de Panamá.
Chelo Mitre “el acorazado del Canajagua” y
Rosa Elvira Salazar “La golondrina invencible” son ejemplo vivo del talento
natural que emerge de nuestras raíces interioranas. El acordeón de Chelo y la
voz de Rosa Elvira tienen el sabor de nuestro campo, la energía y perseverancia
de nuestra gente y la suavidad refrescante de las brisas de su natal Canajagua.
En esta producción hemos incluido lo mejor de sus primeras canciones, con los
éxitos que hoy día llevan al público bailador a las salas donde él ameniza.
Chelo Mitre ejemplo de humildad, lucha,
talento y perseverancia constituye fiel ejemplo del espíritu inquebrantable de
nuestro pueblo y proyecta hacia el futuro la autenticidad de nuestra cultura.
Jorge Luis EscobarJ.
jle@tamayorecords.com
1 comentario:
Excelente
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